viernes, 9 de julio de 2010

ES NECESARIA LA UNIÓN DE EMPRESAS EN CHAVIMOCHIC”

Entrevista a Rafael Quevedo Flores

Publicada en Arenagro

Por: Fernando J. Vega

El Ingeniero Rafael Quevedo Flores fundador del Grupo Rocío, no oculta el orgullo de ser egresado de la Universidad Nacional Agraria, así como tampoco de ser discípulo del gran maestro Félix Antonio Bacigalupo Palomino, quien al parecer ejerció gran influencia sobre el Ingeniero Quevedo. Bacigalupo dedicó sus estudios a la alimentación humana para ayudar a la alimentación de los más pobres, investigó la alimentación animal, fue un gran innovador tecnológico, un extraordinario creativo que utilizó su imaginación para obtener logros que son orgullo para el Perú. El ingeniero Quevedo Flores es sin duda un aplicado discípulo de ese extraordinario maestro, quién ha visto en el desierto subtropical del Proyecto Chavimochic, el lugar ideal para ejercer su gran sentido innovador y su inquieta curiosidad por conocer y aprender de la naturaleza.

Ing. Quevedo Usted tiene una larga experiencia como agrónomo, desde cuando ejerce esta actividad?

Soy ingeniero agrónomo desde 1958, ingresé a la Escuela Nacional de Agricultura, mi promoción fue la transición a lo que es ahora la Universidad Nacional Agraria. No fue fácil, había muchos “desencuentros” entre profesores antiguos, jóvenes y el grupo del Tercio Estudiantil. A mí me tocó, con mucha suerte, ser el presidente de la “Revista Agronomía” que editaba la universidad, era un órgano básicamente de difusión de la universidad, ahí incluimos temas científicos. Esta revista se inició con nuestra promoción. Tuvimos un trabajo muy fuerte.

¿Cuándo empieza su labor como empresario?

Desde 1967. Creamos una micro empresa de tres personas: mi esposa (Gladys Berasteain Accinelli) Walter Lozano y yo. Empezamos criando dos mil pollos por mes, usted me preguntará ¿por qué pollos? Mi especialidad es nutrición animal, tuve un maestro admirable el Dr. Antonio Bacigalupo. Empecé administrando algunos fundos y luego de haber creado la primera integración avícola que se hizo en el Perú, aquí en Virú entre 1962 a 1966, es decir creamos plantas de alimento, incubación, crianza de pollos y ponedoras, empecé con mi propia empresa. En Virú nació también la primera granja en el desierto, hasta ese momento las granjas se instalaban en los valles. Tengo una experiencia muy interesante: en esos años traíamos viruta de Lima para la “cama” de los pollos, en uno de los fenómenos de lluvia del verano, se interrumpió la carretera. No teníamos abastecimiento de viruta. Se me ocurrió llevar arena y usarla como “cama”, fui a la duna de Purpur y recogí la arena de ahí. Hicimos el análisis que dio un resultado favorable, era completamente estéril. Usamos la arena y ¡sorpresa!, se murieron muchos pollos, habían comido arena. El gran error que cometimos fue poner primero la arena y después soltar los pollos.

Después aprendimos, por una idea de un trabajador (siempre hay que escuchar al trabajador, porque tienen ideas brillantes), me dijo: “ingeniero póngale papel de bolsa y ahí echamos la comida”. En el siguiente galpón estaba desanimado, pusimos el papel, colocamos la comida y los pollitos aprendieron a distinguir la comida de la arena.

¿Así nace entonces la avicultura en el desierto en el Perú?

Si, de la forma que le relato. Cuando vimos que la arena funcionaba, dijimos entonces porque tenemos que traer la arena, vamos mejor al desierto.

¿Pero Usted no quedó conforme con la avicultura?

Esta experiencia en la avicultura nos permitió ser los primeros en llevar la materia orgánica a los arenales. Utilizar el estiércol y combinarlo con la arena que es un sustrato totalmente estéril, aunque no tiene capacidad de retener agua o como decimos los agrónomos: intercambio catiónico, la materia orgánica permite darle esta facultad a la arena y mire Usted, sumándole el riego tecnificado, obtenemos resultados espectaculares. La arena es quizás, sanitariamente, el mejor terreno de cultivo.

¿Desde cuándo tuvo interés en Chavimochic?

Seguí este proyecto desde sus inicios. Recuerdo perfectamente cuando el Presidente Alan García lo inauguró, yo era amigo de Guillermo Larco Cox, quien fue Premier de García, con él recorrimos el proyecto con la primera misión israelita. Esa misión trajo la idea de exigir el riego presurizado, ellos querían que todo el valle tuviera este tipo de riego, hubiera sido un acierto implementarlo, otros resultados hubiéramos obtenido.

Quiero referirme al desarrollo de las empresas que usted califica como “extraordinario”, es admirable que caña de azúcar se siembre en el desierto, el Proyecto Arena Dulce de Laredo lo viene haciendo.

Tuvimos la suerte de trabajar con Laredo realizando los primeros experimentos en el terreno. Vimos que la caña de azúcar tenía la bondad de crecer en este tipo de suelo. Un ingeniero nuestro hizo todos los análisis, todo el trabajo técnico lo hemos realizado nosotros. Nos alegramos del éxito de Arena Dulce, están haciendo un trabajo extraordinario.

La alcachofa, Talsa tiene cultivos en Junín, ¿fueron los primeros en llevarla a los Andes?

No, el mérito es de los agricultores de esas zonas. Fuimos atraídos por esas tierras (el valle del Mantaro) por la cantidad de agua que existe, si se utilizara ahí el sistema de riego como el que tenemos en Chavimochic sería fabuloso, así como por la experiencia que habían adquirido los campesinos en esta clase de cultivos.

¿Porqué no lo hicieron en los Andes liberteños?

La tierra está muy dividida, los agricultores no están organizados para formar alianzas estratégicas. Además la dotación de agua es mucho más pobre que en el valle del Mantaro

Gracias a su experiencia en la sierra ¿que opinión tiene del Plan Sierra Exportadora del actual gobierno? Usted ya lo ha venido desarrollando.

Bueno, lo hemos venido haciendo junto con otras empresas de manera corporativa y dentro de las zonas de influencia que tenemos. Lo que propone el gobierno del Dr. García se extiende hacia las zonas más pobres. La sierra tiene un enorme potencial como la industria de la madera. Existe la industria del eucalipto en Brasil, con la cual exportan muebles, ese tipo de negocios se puede realizar en los Andes. Creo que con una tecnología de riego por goteo y lluvia natural, la sierra será un foco de agroindustria.

La trucha es otro gran potencial, tenemos aguas puras, estamos obligados a conservar esos recursos, imagínese todos los Andes peruanos produciendo truchas de alto contenido proteico y de alta calidad, los mercados internacionales preferirán las truchas a peces de un mar contaminado. Hay aquí una oportunidad fabulosa.

Hay un producto andino, la Racacha que es una tuberosa de altísimo valor nutritivo y de fácil digestión para niños y ancianos. Esta planta es un potencial excepcional, ya que el mundo europeo está más habitado por gente mayor que por jóvenes, es una población que necesita alimentos especiales, la Racacha es un tesoro.

“Todos somos fruto de la educación, debo primeramente agradecer a Dios, mis padres o abuelos que nos dieron la oportunidad de la escuela, universidad, nos inculcaron valores que se solo se aprenden en la familia desde muy niños. Nos inculcaron amor al trabajo, a la naturaleza. Dios nos ha dado el poderoso don de aprender y reuniendo a gente valiosa creo que el éxito está asegurado”.

Usted introdujo la raza Black Belly en la actividad ganadera nacional, ¿Cómo sucedió?

Eso se debió a una coyuntura especial. Adquirimos un fundo y dentro de él había 30 o 40 animales entre machos y hembras Black Belly, algunos criollos también. Llamé al ex propietario para preguntar acerca de esos animales, la respuesta fue que la transacción incluía a esos animales. Mi primera reacción fue: “vendamos esos animales, no estamos en ese negocio”. Días después me dijeron que nadie quería comprarlos porque estaban muy flacos. Habíamos realizado algunos estudios con la broza del espárrago y sabíamos del gran contenido nutricional, así que ese fue el alimento de las Black Belly con el único fin de engordarlas. Unos días mas tarde observé que una oveja había parido cuatro crías, me llamó la atención de la gran fecundidad de esta raza, tuve una gran curiosidad, desconocía las bondades de esta raza; busqué literatura que logré encontrar aunque no muy abundante. Comprendí entonces la altísima prolificidad de estos animales, realicé un estudio del desarrollo poblacional que manteniendo ese ritmo de prolificidad una oveja puede producir más carne que una vaca en cuanto al consumo de nutrientes se refiere.

¿Qué opinión tiene acerca de la III Etapa de Chavimochic?

Urgente no es, para hacer las cosas bien hay que hacerlas lentamente, “piano, piano se va lontano”, (despacio, despacio se va lejos) dicen los italianos. No tan despacio pero con mucho profesionalismo, creo que el proyecto culminará cuando el agua llegue al valle de Chicama y pase a las pampas de San Pedro. Pero definitivamente, antes de dar ese paso, urge hacer Palo Redondo. Sería caótico hacer un canal y llevar agua, en este momento el río tiene 40 a 50 cubos por segundo, solo Chinecas se lleva 30, ¿que nos quedaría entonces?

Cree Usted que el Gobierno Nacional tenga la posibilidad de invertir 500 millones de dólares para realizar la III Etapa de Chavimochic ¿no sería mejor buscar otras alternativas como concecionar ó alguna otra forma?

El primer gobierno del Dr. Alan García creó esta criatura, creo que debería concluirla, claro que debemos tener en cuenta las necesidades nacionales, hay muchas regiones del país que necesitan recursos, eso es indudable. Encontremos la fórmula que nos permita llevar adelante esta obra. Hay muchas formas de realizarla, pero definitivamente sería el “doctorado” de esta irrigación, porque con todo lo bueno que se ha aprendido se aplicaría en el valle Chicama. Propondría que en todo el valle se instale el sistema tecnificado de riego. Hay empresas que trabajan muy bien como Cartavio, Laredo (en Chiclín) esta haciendo una reconverción de la empresa y llevando bienestar a los trabajadores. Gloria que es una empresa de éxito, esperamos lo tenga también en Casa Grande.

¿Cuáles son los planes para el futuro?

Estamos pensando y trabajando en la transición generacional, mi hija Rocío luego de catorce años regresa al Perú a incorporarse y reforzar el equipo, está en pleno trabajo de instrucción. Después, seguir contribuyendo al desarrollo de la región y del Perú. Creo que tenemos mucha experiencia y mucho que dar, por nuestra empresa han pasado los mejores profesionales del sector. Estamos avanzando, lentamente, en el proyecto de paltos que es una nueva inversión que tenemos con participación de inversionistas extranjeros. Estamos haciendo agricultura en terrenos difíciles, en terrenos donde nunca se pensó que podría utilizarse como en dunas, hemos cambiado la herramienta de trabajo, del tractor por la escavadora, estamos abocados en esta nueva aventura económica. Tenemos mucho interés en desarrollar la industria del queso de oveja tanto aquí como en Huancayo.

Luego de lo relatado por Usted ¿Aceptaría que lo llamara “gran innovador?

Le agradezco el término, pero creo que todo humano tiene el don de la innovación. He tenido la oportunidad de ser director del Incare por cinco años, donde la innovación es uno de los valores y de virtudes que nos proponemos: “innovación, creatividad y trabajo”.

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